19/5/15

04. Isla de las Moras: La "Casica" de los Condes en el Lago de Sanabria

04 - isla de las moras ribadelago 035tn08
"Cerca de la Casa [en referencia al monasterio de San Martín de Castañeda] está un Lago en el que entra y sale el Río Tera, que notablemente vienen por lo alto de una serrezuela, y por allí encima tiene su curso continuado. De allí baja a hacer este Lago, que tiene de largo una legua y hondura increíble, y se mueve algunas veces con tempestades como la mar. En medio de él está una gran peña donde los Condes de Benavente en tiempo que tenían por suyo este Lago, labraron un rico Palacio con muchos artesones de oro. Agora es el Lago del Monasterio, y tiene muchas truchas y barbos en grande abundancia, y muy sano. Tiene también el Monasterio en otra Sierra dos lagos estancos, sin que corran a ninguna parte, y en ambos es el agua muy delicada, y las truchas y peces muchos y muy buenos"
A. de MORALES: Viage de Ambrosio de Morales por orden del rey D. Phelipe II a los reynos de León, y Galicia, y Principado de Asturias, 1572

Ambrosio de Morales (1513-1591), sacerdote y profesor universitario en Alcalá de Henares, recibió del rey el encargo de realizar el viaje que titula su libro con el objetivo, entre otros, de recopilar reliquias para las colecciones del monasterio de El Escorial. Sin embargo, su trabajo fue mucho más allá y buena muestra de ello es la anterior cita sobre el Lago de Sanabria, tal vez una de las primeras que se conservan como “relación de viajes”, distinta de los documentos eclesiásticos o jurídicos. Y, como se ve, ya se menciona La Casica, el palacio de los Condes de Benavente sobre el Lago, como cosa del pasado.

5/5/15

03. Del Mississippi al Tera: Alan Lomax en Sanabria, 1952

03 Puebla desde el Parador

Durante el verano de 1940, Alan Lomax recorrió el delta del Mississippi en busca de un músico llamado Robert Johnson, a quien estaba muy interesado en grabar para el Archivo  de Canciones Folclóricas de la Biblioteca del Congreso. Alan Lomax ya tenía experiencia en grabaciones de campo, pues con poco más de diecisiete años su padre, el también folclorista John Lomax, se lo llevó como ayudante en los viajes por las prisiones de los estados sureños en los descubrieron, por ejemplo, a Huddie Ledbetter: Leadbelly.

Por su parte, Robert Johnson fue un tipo misterioso. Nieto de esclavos, viudo desde los dieciséis años y casado después en segundas nupcias, aficionado al blues y a la fiesta, contaban que durante un tiempo intentó ganarse la vida como músico, pero que no lograba hacerse hueco en una escena donde las estrellas locales se llamaban Charlie Patton  o Son House. Y dicen que, harto de aguantar burlas sobre su escasa pericia, una noche, en un cruce de caminos, invocó al diablo y entregó su alma a cambio de convertirse en el mejor bluesman de todos los tiempos. Si lo consiguió o no es cuestión de opiniones, pero lo cierto es que en dos sesiones de 1936 y 1937 dejó grabadas veintinueve canciones que marcaron de forma indeleble primero el blues y después el pop y el rock producido desde entonces.